Artículo publicado en la Revista Argentina de Arteterapia digital, por Mariana Attwell:
ARTETERAPIA: Proceso Creativo y Transformación.

Fluido
Adoraría vivir
como un río que fluye.
Llevado por la sorpresa
de su propio transcurrir.
John O’Donohue
Introducción
De la mano de Jacques Stitelmann (L’Atelier. Suiza) conocí este lenguaje artístico en mi formación como arteterapeuta (Inecat, París). Allí comenzó mi trabajo de transformación a través de esta herramienta de tanta utilidad , belleza y beneficio dentro del dispositivo arteterapéutico. Rasteando la poca bibliografía existente, (y más todavía en español) y más aún aplicada al Arteterapia, ésta carencia me motivó para escribir esta nota sumada a la experiencia con las alumnas de la Primera Escuela Argentina de Arteterapia. Aún en tiempos de pandemia, esta iniciativa nos permite un abordaje muy diferente y muy nutritivo para la formación.
Un poco de historia
A finales de los años sesenta un grupo de artistas, principalmente anglosajones, se enfrentaron al arte moderno y dieron un salto fuera de las galerías y los museos para interactuar con la naturaleza y los espacios abiertos. Es así como se abrió una vía que ha crecido desde entonces y, en la actualidad, con múltiples acciones y proyectos artísticos que utilizan la naturaleza -como parte de la obra expandida- sobre el paisaje.
El Land Art se posiciona como una postura ecologista que se ha revalorizado con el paso del tiempo más aún hoy, la naturaleza en la sociedad actual se ha configurado como lo otro, lo no humano, lo no artificial, lo salvaje.
En esta necesidad de integrar lo humano, el Land Art puede ofrecer esa otredad para hacer posible el enlace con el medio. El Land Art facilita un posible comienzo para despertar a una experiencia estética de comunión con el paisaje, de origen distinto a la que nos llevan las redes, la industria y la tecnología.
El Land Art tiene una doble naturaleza contemporánea y primitiva: es un arte postmoderno que se inspira en las culturas arcaicas más antiguas y en realidades culturales no occidentales, tales como la cultura megalítica o la filosofía zen, entre otras, que poseen valores sobre la relación de diálogo hombre- naturaleza con un sentido trascendental y místico.
Sugiere un acercamiento respetuoso a la naturaleza, rompiendo la comprensión egocéntrica del mundo occidentalizado: salir del yo conocido para perderse en la naturaleza y volverse a encontrar.
Se destaca la importancia de la utilización del entorno como soporte artístico y utilización de materiales naturales, al aire libre.
El Land Art abarca manifestaciones artísticas que son conocidas como ecological art, environment art, earthworks, entre otras.
Es decir, se trata entonces de un vocablo que contiene un contenido semántico de una palabra más general que podríamos identificar con “arte en la naturaleza” o “arte de la tierra” , con ciertos matices o especificaciones donde se combinan diferentes lenguajes y materiales.
El Land Art como recurso arteterapéutico
El arte como experiencia de vida fue fundamentado por el filósofo norteamericano John Dewey, quien buscaba un arte relacional, que tuviera conexión directa con la vida, que permita experimentar la vida de forma intensa, a diferencia del arte que solo busca intensificar la vida de los museos y las galerías. Dewey pretende ignorar el reconocimiento institucional y cree que lo que hace a una nueva tendencia trascendente en el arte es que enuncia algo novedoso para la experiencia humana, algo que enfatice la interacción de la criatura viviente con su entorno.
Para Dewey el arte se produce cuando existe una experiencia auténtica en el individuo, una experiencia estética que se produce cuando el ser humano logra superar los conflictos y tensiones de la vida mediante la obra de arte. El Land Art intensifica esas relaciones donde el hombre recurre a la naturaleza y a sus materiales para intensificar la vida, en toda su amplitud, rompiendo el antagonismo existente hasta entonces entre arte y naturaleza o, lo que es lo mismo, arte y vida.
Utilizando este recurso en Arteterapia se propone intervenir el paisaje donde la acción no es solo metafórica sino en la realidad.
El uso de materiales naturales, como las piedras, hojas secas, la tierra y ramas, despierta capacidades táctiles y abre la mirada sobre la acción artística, desarrollando la creatividad y abriendo la conciencia.
Esta práctica artística puede fomentar la interdisciplinariedad tales como la psicoterapia, meditación, mindfulness, caminata consciente, entre otros.
Por otro lado, por su naturaleza efímera es necesaria la toma de fotografías para la constancia y observación de la obra, e inclusive la integración y recreación de otros lenguajes tales como la escritura, performances, danza, canto, mimo o poesía.
Land Art y la trascendencia
EL Land Art también se presenta como vehículo para valores y sentidos trascendentales, virtudes que se desprenden de la obra, de su apertura y de su propia inmanencia: el asombro, el agradecimiento, la alegría, la paz y la ecuanimidad.
La perspectiva que abre la obra, es un marco de sostén para el sujeto; se presenta como un espacio, un contexto donde la mirada del sí mismo permite abrir y despegar la conciencia hacia una nueva dirección y transformación profunda.
La obra, al no tener límites no es asible ni es mudable, ésta nace como necesidad con el espacio donde se realiza. Solo es posible en ese lugar porque es la consecuencia de la interacción del individuo/artista con el paisaje. Una obra realizada en el taller y llevada al lugar no es considerada Land Art. Transportar la obra supone “destruirla”.
Lo sublime viene del latín sublimis, que significa “elevado, que se levanta o se alza del suelo”. Lo sublime se puede aplicar ante los fenómenos naturales y también con las acciones humanas. Los sentimientos que brotan ante la naturaleza, pueden ser varios tales como la paz, el amor, la alegría.
La palabra paisaje es un concepto acuñado por primera vez en China y nace de la contemplación. Indica esa trascendencia inmanente. Es ese estado lo que permite emerger la belleza. “La contemplación invita a la trascendencia. Como decía Emerson: el aspecto de la naturaleza es devoto… El hombre más feliz es aquel que aprende de la naturaleza la lección de la adoración… La belleza del paisaje tiene una sacralidad propia…”(Milani, 2007).
En Arteterapia, la implicación espiritual e inmanencia que produce la obra de Land Art, y el hecho trascendente que supone elegir un lugar en la naturaleza, relacionándose con lo sagrado, la transforma simbólicamente.
Entre los artistas del Land Art encontramos: Roden Crater (cráter de un volcán), Peter Hutchison ( mar con materiales orgánicos), Robert Smithson, (cemento, cola y asfalto sobre laderas); Andy Goldsworhty (materiales naturales, el frio de la lluvia, la textura de las rocas, la vastedad de la arena), James Turell (materialidad de la luz), entre otros.
Land Art: Un camino a la naturaleza hacia nosotros mismos.
Una experiencia de transformación grupal con alumnas en los parques de Palermo.
Son muchas las reflexiones que se integran en la mirada del Land Art y el Arteterapia, señalaré algunas:
- El objetivo es que podemos tener espacios, dispositivos, tiempo para permitir encontrarnos y transformarnos.
- Reflexión alrededor de la pérdida, el yo puede desaparecer y nosotros lo redescubrimos.
- La experiencia existencial de estar vivos y poder perderse para crear (perderse en el sentido del yo que desaparece en relación al nosotros).
- El yo que es conocido y adquirido, es capaz de reencontrarse. El viejo yo puede dejar el lugar al nuevo yo.
Jaq ues Stiltelmann propone dispositivos:
Cuando acompañamos, ¿qué acompañamos?
- A la persona.
- El dispositivo.
- No hay respuesta, lo importante es poder hacer la pregunta.
Por tanto, la búsqueda artística en el Land Art potencia y favorece:
- Salir del taller
- Dejar los elementos conocidos en otro espacio por crear.
- En lugar de buscar los materiales, vamos más allá, vamos a su encuentro.
- Salir del control de lo conocido, de los materiales
- Espacio de tiempo de apertura y pérdida: estar disponibles.
- Dejar reposar la obra, y observar su resonancia, de modo sutil: sensaciones, emociones y pensamientos.
- Dejarnos sorprender, la riqueza es la del movimiento del sentimiento, de su fuerza.
- Abre un espacio de cuidado, de sostén y respeto.
Para finalizar
La experiencia con Land Art y el Arteterapia, abre una puerta para reinventarnos, para salir y encontrarnos, entregándonos a la fuerza y fertilidad de la tierra, en un espacio que nos conecta con la vitalidad y lo sagrado. Un contexto que nos invita a integrarnos armónicamente con el ser y el hacer en la acción creadora, haciendo síntesis en el autoconocimiento y el proceso de sanación.
“La naturaleza no es un lugar a visitar. La naturaleza es el hogar”
Gary Snyder
UNA OBRA QUE ABRE Y TRANSFORMA

Altar de Agua. Flor Garrigós
Materiales: Flor de hibiscus, algodón de palo borracho, otras flores, sobre corteza de árbol de eucalipto. La misma estuvo hasta el momento de la presentación colocada sobre el agua.

Al presentarla al grupo fue un acto ritual el «dejar ir» a la obra en el agua. Empujándola como un bote que abandona el muelle…
Al ser de materiales 100% naturales se pudo hacer esta entrega a la naturaleza, desde la naturaleza. Sin contaminarla.

Translucencia. Amalia Fernandez

Entramando contrastres. Julia Segovia
“Necesite el hilo que me salvó, porque estaba todo muerto. Se ve algo ritual. Buscó el árbol para apoyarse… el palo borracho con espinas …y algunas se ven como lágrimas en el tronco, como de una catarata que va bajando…”

Intuición. Leticia Cirillo
“Buscaba un árbol (está embarazada). Obra con movimiento. Cintas que se mueven. En ascensión sublimando, conecto mis mundos”.

Saliendo del nido. Eugenia Sacca
«No tenía tijera para cortar la lana que traje, así que la puse toda y los frutitos que encontré, del mismo color que mi lana».

La sortija. Mariana Levallois
“Hice una performance subiendo a las raíces del ombú y dando la vuelta, trepando al árbol cuál niña. No se por qué explique antes algo, porque lo único que quería es hacerlo, trepar a sus raíces, dar vueltas, jugar en el ombú, habitarlo cual casita. Colgué mis objetos naturales con los alambres, con bastante inestabilidad. Me regocijaba cuando soplaba el viento y los movía, sobre todo los algodones. A un fruto del palo borracho le clave un tensor que había recolectado y me pareció una sortija. La colgué de lo alto de una rama con mucho placer”.